En el CHN, frente a la puerta de las urgencias pediátricas y de «gine» hay una explanada. Por ella pasan montones de vehículos y de personas todos los días. Como está asfaltada el agua corre con velocidad sin traspasar su corteza impermeable. El sol, en el verano, la calienta hasta convertirla en un horno. En invierno, cantidades de sal la cubren para que no se hiele. El viento la barre a placer. Su lisa superficie parece una afrenta a nuestro entorno y su dura apariencia simula un escudo titánico.
Sin embargo, a pesar de tan hostil emplazamiento, una planta ha decidido plantar cara a las condiciones y aferrada a un minúsculo resquicio decide cambiar la hegemonía del gris por la esperanza calculada del verde. Ella es una pionera. Es el Polygonum aviculare: «El Marqués del Jardín Irreverente».
Polygonum aviculare es fundamentalmente espartana, estoica, pero también esmeraldina. Su condición de «mala hierba», para aquellos pocos que la conocen, no la hace merecedora más que del despropósito y la animadversión; vilipendiada, incluso odiada, el olvido y la indiferencia son sus mejores aliados para la permanencia en el rincón del «desierto» urbano, donde menos del 5% de la superficie esta «cubierta» por vegetación.
Sin embargo, pocas plantas tan comunes son dignas de tanta admiración. Desde la antigüedad, los criadores de pájaros cantores conocían de sus propiedades nutricionales para las aves, que aunque las palabras «componentes esenciales» aún no se habían forjado, ya era motivo y destino de sus alabanzas. Picotear sus semillas y sus tallos es algo que las avecillas hacen con frecuencia, y algún discípulo del de Upsala ya era conocedor de esta característica, y su mentor lo dejó plasmado en su nombre «aviculare«.
Otra de sus cualidades es su plasticidad, su crecimiento habitual es dejar arrastrar sus tallos por el suelo, un suelo duro, de pioneros, con ausencia de compañeros que puedan hacerle sombra, con los extremos alzándose reverenciando al sol. Amante de la matemática radial, sus ramificaciones se extienden desde su raíz, pivotante en varios aspectos, mostrando su cormo en la loa de interceptar la mayor cantidad de energía solar con el menor consumo. Sin embargo, esta planta acepta los accidentes y el pisoteo desmesurado, de tal forma que si no hay más competencia y la frecuencia de aplastamientos es alta, opta por reptar en toda su dimensión. El resultado puede llegar a ser una pradera, donde sus diminutas florecillas blancas no pueden ni tachonar su tono malaquita.
No entendemos muy bien, cómo es que no se usa más en céspedes; a fin de cuentas se amolda a la frecuencia de su uso, tiene una alta vocación tapizante, su consumo hídrico es razonable y su resistencia a múltiples factores limitantes y letales es notoria, y si no que se lo pregunten a ciertas empresas que se dedican a fabricar herbicidas.
Quizás su punto negativo sea su origen «innoble», una mala hierba, que habita los caminos y los cultivos, ruderal, nitrófila, de esas que «a saber que es lo que hacían antes de la llegada de la civilización», su tacto tosco, -no creo que los «ingenieros» de greens la tengan entre sus favoritas-, y quien sabe si también su poco interés en formar raíces adventicias.
Aún así ahí la tenéis, dispuesta a ocupar nuestras ciudades, en forma de huestes silenciosamente invasoras, ancladas a las grietas del asfalto, a las juntas de dilatación de nuestras aceras, a las hendiduras de las discontinuidades en el pavimento, sujetas a cualquier oquedad de cualquier índole.
Por eso, la sugerencia de hoy es que en vuestro próximo trayecto peatonal, os fijéis en el suelo, no sea que sin querer, sean vuestros zapatos los que estén esculpiendo el espíritu indomable de este, vuestro nuevo amigo.
Para ubicaros mejor:
¿Mala hierba? ¿Por qué? ¿Quién decide si es mala o buena y en base a qué? La especie humana es de lo más engreída. Me tienen admirada las pequeñas plantas que pese a todas las adversidades se abren paso con tanta tenacidad. He visto algunas lenvantar el asfalto.
Todas las plantas son extraordinarias. Yo lo veo así: http://ojos-de-husky.blogspot.com.es/2014/10/soria-exotica.html
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Muchas gracias por tu comentario Milano Negro.
Efectivamente, tienes razón en lo referente a quien es y quien no una «mala hierba». Se supone que hay un grupo de especies de plantas que viven en terrenos alterados, y como la mayor superficie alterada corresponde a cultivos, este grupo de plantas se encuentran en ellos a sus «anchas».
Naturalmente, el que convivan junto a las especies comerciales, y que tengan impreso en sus genes aquello de «vivir deprisa», hace que sea fácil asociar su crecimiento a una «competencia desleal» , y de ahí a ser una mala hierba hay un paso.
Comparto tu opinión con respecto a que ellas son las pioneras, las que inician el acondicionamiento los suelos para que puedan llegar a ser ocupados por esa vegetación clímax. Son las heroínas olvidadas, las que, en tus propias palabras, «se abren paso con tanta tenacidad a todas las adversidades». Sin duda su importancia ecológica y económica está infravalorada.
Y con respecto a su belleza, estamos tan acostumbrados a verlas, o tan saturados de imágenes idílicas, que es difícil reparar en ellas, sin embargo, el saber que viven donde otras no pueden no debería dejar indiferente a nadie.
Aprovecho la ocasión para visitar y felicitarte por tu blog.
Un saludo.
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