Hay un montón de especies de plantas que han encontrado un lugar muy confortable para vivir en los entornos humanizados. Los entornos humanos proporcionan mucha luz, oxígeno y, en ocasiones, suelos con aporte extra de algunas abonos minerales o atmósferas enriquecidas en CO2. Aunque pueden estar escasos de otros compuestos minerales o de agua. A pesar de ello, muchas de las especies que aman los espacios abiertos se encuentran a sus anchas. En estos espacios la competencia puede ser realmente muy pequeña o inexistente, y por eso, es uno de los entornos en los que hay una mayor profusión de especies colonizadoras e invasoras, ya que, de alguna forma son muy amoldables.
Sin embargo, no todos los entornos humanizados son similares. Es obvio que no es lo mismo un terreno de cultivo que una acera urbana, por ejemplo, sin embargo, hay un importante número de especies que se encuentran en casi todos ellos.
En las ciudades, la mayor parte de la superficie está cubierta de materiales impermeables: hormigón, asfalto, tejados, aceras, … todos ellos son una capa que impide al agua infiltrase eficientemente al suelo. En un entorno así, los canales de desagüe para los tiempos de lluvia son fundamentales. Por eso están repartidos por toda la ciudad. Su objetivo es impedir que el agua de lluvia se concentre en la superficie y se drene hacia los colectores de pluviales. Todo ello sin que prácticamente nada pase al suelo.
El caso que nos toca es precisamente, una de esos canales de desagüe para escorrentías. Su ubicación es un tanto particular, ya que, se encuentra a los pies de un talud vegetal y protege una acera y su paso de vehículos de la escorrentía de la ladera.
La ladera estaba razonablemente bien, hasta que hace un par de años, o algo así, alguien decidió «limpiarla» de vegetación, lo que realmente quiere decir eliminar el rastro vegetal de la misma. Los motivos suelen apelar a la higiene, basura, abandono, saneamiento, y cosas que poco o nada tienen que ver con la función protectora de la capa vegetal, es este caso protección frente a la erosión en el talud.
El resultado es que una cantidad importante de los derrubios van a parar al colector de pluviales.
Al principio, el canal tenía sus paredes escarpadas y un fondo agudo. Sin embargo, la propia naturaleza y la ubicación de la zanja, permitió que detritos, sin precisar en tamaño, origen o composición, se ubicaran en su interior. Estos detritos favorecieron la acumulación de materiales, ya fuera por el descenso de la velocidad del agua circundante, lo que dificulta el transporte de según su naturaleza, o por obstaculización directa. El caso es que el depósito de tierra y suelo vegetal permitió el acceso a la vegetación y a la formación de una pequeña «pradera».
Esto tiene varias consecuencias. La primera es que el crecimiento de la vegetación ralentiza aún más el paso de agua, lo que favorece al aumento de la sedimentación y que se acumule más materia susceptible de convertirse en suelo vegetal, y por otro permite a unos elementos de mayor tamaño, como las hojas otoñales, se acumulen con mayor facilidad. Todo ello sin menoscabar el que cualquier tipo de residuo de origen humano: como envoltorios, papeles, contenedores de variada índole, … u otros residuos vegetales: ramas, tallos, otros restos, quede atrapados por la forma del canal, la «rugosidad» de la vegetación.
El resultado es una «mini selva» compuesta de una limitada, aunque interesante, colección de vegetales, con la no menos interesante aportación de musgos para cubrir ese «suelo» vegetal «colonizable». Otros musgos y líquenes abordan el acceso al canal desde el hormigón desnudo de sus bordes.
Sin embargo, aquí viene la razón del título: ¿hasta cuándo durará tamaño «desbarajuste»?
Está claro que tarde o temprano alguna «mente pensante» decidirá que esa vegetación, que, curiosamente, mantiene un porcentaje importante de derrubios que irían a parar al colector de pluviales, insisto, esa vegetación «ensucia» el hormigón del canal y se dispondrá de una patrulla de «acción rápida» para que todo vuelva a la normalidad de «la limpieza»
por el bien de toda la infraestructura y de la «sociedad» en «general».
No estoy seguro de que les podamos poner nombre a todos los implicados, no creo que tengamos tiempo cronológico para que nos muestren sus credenciales florales, pero de mientras continuaremos con la aventura.
A ver qué pasa…